07 octubre 2017

España Camisa Blanca

Aunque no es la primera vez que incluyo alguna canción que no sea de Sabina, si que considero ésta como una ocasión bastante especial, dados los últimos episodios nacionales, que diría Galdós. He de reconocer que mi primera idea fue escribir sobre Máter España, pero Google me recordó amablemente que ya lo hice hace siete años. Ha sido un gratificante ejercicio repasar mis palabras y comprobar que la letra de Joaquín sigue estando más que vigente, son las ventajas de escribir sobre un maestro universal. En esta ocasión no hago uso del bombín ubetense, ni busco a su primo Serrat. Tampoco me alejo demasiado, ya que Víctor y Ana son parte de la familia.
España camisa blanca de mi esperanza

reseca historia que nos abrasa

con acercarse solo a mirarla,

paloma buscando cielos más estrellados

donde entendernos sin destrozarnos

donde sentarnos y conversar.
Empecemos por el título, que además es el impulso para cada una de las estrofas de la canción. Se agradece que se guarden las banderas por un segundo, sobre todo cuando se han venido utilizando como un elemento de conflicto. Hemos llegado a un punto en el que sobran de la bandera colores, barras, escudos y estrellas; es necesario dejarla completamente blanca (como resultado de la suma de todos los colores). Una camisa blanca es un claro símbolo de nobleza y generosidad, para que no olvidemos que a la hora de donar órganos somos los primeros. Una camisa blanca también es la que menos oculta las manchas, y a lo largo de nuestra historia hemos demostrado también que bajamos al barro con demasiada frecuencia. En la camisa blanca es difícil disimular las arrugas, y la Península Ibérica ha vivido muchos siglos de los cuáles solamente uno es considerado de Oro.

España camisa blanca de mi esperanza
la negra pena nos atenaza
la pena deja plomo en las alas
quisiera poner el hombro y pongo palabras
que casi siempre acaban en nada


cuando se enfrentan al ancho mar.

Las camisas blancas tienden a amarillear, a ponerse ásperas, y nosotros no hemos sido de lavarla con suavizante. Al contrario, hemos abusado de la lejía, especialmente en el siglo pasado; con esa historia reseca que sigue amenazando con abrasar el todavía adolescente siglo XXI. Curiosa la referencia al gesto de arrimar el hombro y a la alternativa de poner palabras que acaban en nada. Estos días tenemos demasiado de las dos cosas, hombros que empujan hacia el precipicio y palabras demasiado huecas. Una camisa blanca no puede ocultar una herida que sangra, y a poco que nos conozcan son capaces de situar dónde se encuentran nuestros puntos más débiles. Ojo, una cosa es encontrar las heridas y otra muy diferente saber curarlas. Hace falta medicina interna para solucionarlo; cualquier agente externo no hará más que empeorar la situación.
España camisa blanca de mi esperanza

a veces madre y siempre madrastra

navaja, barro, clavel, espada;

la muerte siempre presente nos acompaña

en nuestras cosas más cotidianas

y al fin nos hace a todos igual.

Esta estrofa encierra lo que es para mí la clave de la identidad nacional, que de un tiempo a esta parte se ha convertido en una especie de piedra filosofal. Son nuestras cosas más cotidianas las que nos hacen a todos igual. Curiosamente cuando más evidente se hace esto, es cuanto más lejos te encuentras de casa. Al final es mucho más fácil convivir con alguien que comparte tus horarios, entiende tus bromas, recuerda tus nostalgias, valora la gastronomía, respeta los tiempos de la sobremesa y no perdona los de la siesta; cómo tú lo haces. Ésas son las verdaderas fronteras. Os puedo asegurar que cuando se cruzan los Pirineos todas esas cosas son difíciles de encontrar, mientras que a lo largo y ancho de la península se encuentran con facilidad. Pueden cambiar los aderezos, pero tenemos una base muy similar, basta con aceptar que cada zona tiene un punto de sal diferente.
España camisa blanca de mi esperanza
aquí me tienes, nadie me manda
quererte tanto me cuesta nada
nos haces siempre a tu imagen y semejanza
lo bueno y malo que hay en tu estampa
de peregrina a ningún lugar.
Las camisas blancas también son las más utilizadas en las celebraciones, y es que al final la patria es el sitio dónde quieres celebrar tu cumpleaños. El lugar dónde más veces te has comido las doce uvas, uvas a las que probablemente le has pedido grandes cosas para la humanidad (y de las que te has olvidado con tristes conflictos territoriales). También es el lugar al que te halaga que te inviten a disfrutar, a comprobar que en lo superficial somos bastante diferentes pero en lo esencial somos iguales. Lo que realmente te hace orgulloso de tu país son las personas que pasaron, pasan y pasarán a la historia. Personas que por compartir tus costumbres, sientes cercanas e incluso te ves reflejadas en ellas. ¿Cómo nos va a costar querer tanto al lugar dónde somos más felices?. Sin embargo, a veces se quiere querer tan fuerte a una nación, que se olvida que como diría Serrat: "Detrás, está la gente".