12 febrero 2021

72 Supervivencias


Más amigo de Paterninas, Nicotinas y Josefinas que de pastillas para no soñar, Joaquín Sabina sigue sin cansarse de celebrar su supervivencia. Hace un año su cumpleaños fue bastante accidentado, pero acabó convirtiéndose en una muesca más de su revólver y un nuevo capítulo en la leyenda de su mala salud de hierro.

Un año verdaderamente raro, en el que vio como a todo el mundo le robaron el mes de Abril, las ciudades se llenaron de largas noches, calles frías, factorías detenidas y coches que dejaron de arrancar. Solamente faltó que en verano no cesara de nevar.

Un año verdaderamente duro, en el que la muerte de varios amigos le dolió mucho más que la que acostumbra a rondarle. Se marchó su gran amigo Aute, presente en sus primeras actuaciones en La Mandrágora y testigo de su consagración en el Teatro Salamanca. Se marchó Pau Donés, alquien que también paseó por su Calle Melancolía al tiempo que era capaz de agarrar con fuerza el tranvía hacia el Barrio de la Alegría. Y su alma argentina se quedó desolada al tener que despedirse en poco tiempo de sus Dieguitos y sus Mafaldas.

Un año verdaderamente feliz, en el que se casó con su Rosa de Lima. Jimena ha sido pieza fundamental durante muchos años en la vida de Joaquín, y la gran artífice de su felicidad doméstica y del aclarado de las nubes negras que lo asolaron a principios de siglo.

Pero este convulso año no le ha impedido seguir componiendo, y nos regaló junto a su fiel escudero Leiva, un canto al espíritu de resistencia del que han hecho gala todos los atléticos y que Joaquín ha abanderado. Por muchos años más ¡¡Felicidades Joaquín!!.

02 febrero 2021

Por el túnel

 


¿Te imaginas que hubiera una canción que combinase las historias de Princesa y la Magdalena? ¿Y si te digo que esa canción ya existe? ¿Y que esa canción la escribió Sabina un poquito antes que la historia de la muñeca de sucia camisa, y muchos años antes que la de la más señora de todas las putas? Pues acompáñame a transitar este túnel donde solamente las flores más oscuras consiguen florecer mientras el resto se marchitan. 

"Por el túnel" le dio el pistoletazo de salida a esas historias de Sabina y las mujeres que acaban desfilando por el filo de la navaja, toreando a la vida con su bolso y librando batallas que en numerosas ocasiones las gana el olvido. Con su maestría habitual (aunque por el año 1984 era incipiente todavía) en los dos primeros versos ya nos consigue situar perfectamente en el plano de esta canción. Un viaje nostálgico hacia un tiempo mejor, y hacia un lugar en el que fue muy feliz. No tan grandilocuente como Comala, en esta ocasión es simplemente la casa con jardín de una vieja amiga. Si en su niñez la referencia cinematográfica por excelencia de Sabina eran las películas de romanos, en esta ocasión, más a medio camino entre la juventud y la madurez, nos traslada al lejano oeste. El porta su sombrero de llanero solitario y ella su cancán de bailarina. Y cuando todavía no nos hemos terminado de bajar del caballo ya sabemos del paradero de esta mujer; un bar de luces azules, rojas y amarillas. 


Regreso al tiempo en que te conocí

Cuando el mundo acababa en tu jardín

Yo era el cowboy más duro de la Unión

Y tú la bailarina del saloon

Todas te aventajaban en virtud

Pero ninguna daba lo que tú

Luego volaste, alguien me contó

Que has hecho del amor tu profesión


Y sin tiempo apenas para digerir esta secuencia de acontecimientos, aparece el estribillo para asestar un golpe certero; un cóctel explosivo que mezcla nostalgia, remordimientos y enlaza los momentos claves de esta travesía por el túnel. Con una referencia temporal, en este caso el invierno (probablemente seguido de un robo primaveral). Con una referencia social, ese amigo que decidió apearse de su vida, no sabemos pero intuímos que con secuelas importantes en la vida de ella. Y, finalmente, con una referencia personal en la que se empezó a torcer el renglón de un cuento de hadas; un abandono y varios resbalones que le acaban poniendo en una casilla del tablero en la que nunca pensó que acabaría. Es ahí donde la encuentra de nuevo el tipo más duro de La Unión. 


Desde que aquel invierno terminó,

desde que aquel amigo se esfumó,

desde que decidiste abandonar,

desde que comenzaste a resbalar 

Por el túnel que lleva

donde crece la más oscura flor 

de la ciudad.


El tramo final de la canción le ofrece un pequeño consuelo a la, en teoría, desdichada protagonista de la historia. El cowboy ya no presume de la dureza de antaño, probablemente las muescas que antes lucía en el cinturón ahora le duelen en el corazón. Con un breve repaso de como los avatares de la vida han ido afectando a todos los de aquel grupo de antaño, descubre que nadie tiene un brillo particularmente fuerte. Que si al final de este túnel se ve una luz, no es porque a ellos les haya ido especialmente bien. Con un verso pone sobre la mesa como esa felicidad doméstica de hijos y domingos de fútbol está más cerca del tedio que de la pasión. Intentando recuperar esta última, acaban concertando una cita por los viejos tiempos. Y como si de una confesión se tratase, le acaba concediendo la absolución. 


Yo sigo igual, ya ves, aquí en Madrid,

las cosas no dan mucho más de sí.

Un día te llamo y vamos a cenar,

espero me hagas un precio especial.

El resto de la banda se perdió,

el maldito reloj los engulló, hacen quinielas, hijos,

van al bar, tu oficio no es peor que los demás.


Esta canción también fue la primera vez en la que pudimos disfrutar de la estrecha amistad entre Joaquín Sabina y Los Secretos. Los hermanos Urquijo grabaron su propia versión de este tema, con un areglo musical diferente. Son los dos únicos registros musicales que tenemos de este tema. Lástima que Sabina nunca haya decidido rescatarla. Por el túnel conseguimos llegar a las islas de la moda de Princesa y aparcamos junto a las caderas de María de Magdala.