25 mayo 2020

El Caso de la Rubia Platino

Se han hecho infinidad de películas con menos guión que esta canción. Si tuviera que resumir la canción en una frase sin duda sería esa. Dentro de las diversas historias que Sabina nos ha cantado a lo largo de los años, tenemos algunas que hablan de lugares, de personajes y de vivencias más o menos autobiográficas. "El Caso de la Rubia Platino" es una novela negra perfectamente adaptable al mismo género cinematográfico. Tiene todos los ingredientes necesarios, una trama, dos personajes protagonistas y carismáticos, planos cortos, planos largos, ambientación, giros de guión y todo ello contado con el nervio que requiere condensarlo todo en un metraje de 5 minutos. 

"Me adelantó un talón de setecientas,
más gastos, sin contar otras quinientas
en fichas del casino. 
Mi último tren llegaba con retraso,
así que decidí aceptar el caso
de la rubia platino"

En la primera estrofa ya conocemos a todos los personajes de la historia así como el escenario en el que se va a desarrollar la historia. Alguien recibe un encargo bien pagado por un caso que involucra a una rubia platino. En el pago van incluidas una buena cantidad de fichas del casino, y además se nos habla de un último tren que no terminaba de llegar. Si sumamos a la ecuación un casino y una rubia platino, nos pueda venir a la mente rápidamente la película de Scorsese protagonizada por Sharon Stone. Pero estas son las primeras pinceladas simplemente, en breves tendremos un par de secuencias que terminen de perfilar ambos caracteres. 

"Yo era un huele braguetas sin licencia,
quemado en la secreta por tenencia,
extorsión y líos de faldas. 
Estaba, como buen ex-policía,
a sueldo de un pez gordo que sabía
cubrirse las espaldas" 

No esperéis nombres propios en esta canción, es parte de la magia, cada uno puede hacer su retrato robot en base a la descripción que Sabina hace de ellos. Empezamos con el "huele-braguetas", un policía que ha sido expulsado del cuerpo por diversos delitos. Alguien acostumbrado a moverse por los lugares más turbios y por las noches más negras, y que en esta ocasión acepta un encargo de un capo. Creo que más de uno ya le está colocando una gabardina, un sombrero y una densa humareda a modo de aureola (de maldito bendito). 

"Ninguna zorra vale ese dinero,
pensé, mientras dejaba mi sombrero
nuevo en el guardarropa. 
Cantaba regular, pero movía
el culo con un swing que derretía
el hielo de las copas" 

En la tercera estrofa entra con fuerza la rubia que da título a la historia. Curiosamente en su descripción ya nos encontramos de bruces con las contradicciones y luchas internas a las que se enfrentará el quemado policía. Empieza desdeñando su supuesto valor cuando todavía no se ha producido el primer encuentro. Pero rápidamente su valor empieza a fluctuar y su movimiento de caderas consigue alterar el estado del hielo de su copa y de su ritmo cardíaco. 

"Cuando salió por fin del reservado,
sentí que las campanas del pasado,
repicaban a duelo. 
La última vez que oí esa melodía,
me recetaron tres años y un día,
más IVA, en la Modelo"

Antes de entrar de lleno en la trama, la narración nos hace un flashback para confirmar que todos los asuntos turbios de este huele braguetas le habían llevado directamente a prisión. Concretamente, tres años en la cárcel Modelo.

"Los besos que dan las chicas malas
salen más caros cuando los regalan
y huelen a fracaso.
Pero el croupier me echaba cartas buenas
y la rubia platino era morena
y el caso era un gran caso" 

Una vez que tenemos claros los perfiles, podemos entrar de lleno en la trama que une a esta pareja, tan extraña y tan común en el imaginario colectivo. El ex policía empieza a ganarse la confianza de la rubia y ambos ruedan al mismo ritmo que las ruletas del casino. Curiosamente empieza a ver como la fortuna del juego y la amorosa se van poniendo de cara. No se dice explícitamente el tiempo que transcurre en esta conquista, se deja abierto a la imaginación. En estos asuntos cada uno tiene sus técnicas, sus tiempos, sus gestos, sus detalles y sus sutilezas en el interlineado de los mensajes. Algunos son expertos en explosivas carreras de velocidad, otros se manejan mejor en carreras de fondo. En ambos casos, lo importante es alcanzar la meta el primero; la medalla de oro de un velocista tiene los mismos kilates que la de un fondista.

 A partir de aquí comienzan diversas revelaciones importantes, la rubia se torna en morena, y comenzamos a olvidar el mandato original era acabar con su vida. Incluso podemos cuantificar esta transformación de forma muy objetiva, al principio consideraba que su precio estaba sobrevalorado, ahora le acaba confirmando que se había quedado muy corto en aquella estimación. 

"En un bistró del puerto de Marsella
nos fuimos demorando entre botella
y botella de Oporto. 
Los que pusieron precio a su cabeza,
le dije exagerando su belleza,
se habían quedado cortos"

En una historia donde nos encontramos combinaciones tan explosivas como la belleza de la rubia y la peligrosidad del ex agente de la ley, no es casualidad que la acción discurra en Marsella. Una ciudad que también cuenta entre sus adjetivos más calificativos los de bella y peligrosa. En una historia donde las situaciones límite son frecuentes, tampoco es casualidad que se haga referencia al Oporto. Una bebida que se encuentra en el límite de ser considerado como un vino o como un licor, y que cuenta con un porcentaje de alcohol que puede ser traicionero. 

"Puede que me estuviera enamorando
porque antes del café cambié de bando,
de hotel y de sombrero. 
Mi viejo puso un cuarto con dos camas,
fingiendo que la dama era una dama
y su hijo un caballero"

Llegados a este punto el giro del guión inicial ya se ha consumado. Los sentimientos se le han cruzado y han puesto patas arriba el negocio que se traía entre manos al principio. Redirige sus pasos y en vez de dirigirse a un hotel, le abre la puerta de su dormitorio y jugando con la ambigüedad de la caballerosidad asistimos a la consumación de la intensa relación. 

"Ni siquiera, señores del jurado,
padezco, como alega mi abogado,
locura transitoria. 
Disparé al corazón que yo quería
con premeditación, alevosía
y más pena que gloria"

Pero esta historia había empezado en blanco y negro, con una presencia mucho más notable de los tonos oscuros que los claros, y parecía que estaba empezando a teñirse de color de rosa. Nada más lejos de la realidad. Tras una elipsis brutal, el guión vuelve a dar otro giro, completando los 360 grados y volviendo a la posición de partida. El ex policía vuelve a dejar de escuchar el compás que su corazón le había ido marcando hasta ahora, y acaba disparando a la dama, completando el encargo para el que había sido contratado. De repente nos encontramos con él testificando, como un pez de ciudad más, ante un jurado al que le confirma que ya no le quedan agallas para eludir la justicia. 

"Para jugar al BlackJack y ser un duro
andar de escaso de efectivo
es igual que pretender envidar
con un farol al futuro. 
No por casualidad 
me temen en los casinos. 
Diez de los grandes por seguirle los pasos
a la rubia platino"

"Para no ser un cadáver en el tranvía
aparte de tener gramática parda,
hay que saber que las faldas son una lotería. 
Con luz de gas, brilló mi lámpara de Aladino. 
Me daban diez de los grandes
por el caso de La Rubia Platino" 

Ya sabíamos que este personaje había pasado más de una noche en la posada del fracaso y que se encontraba plenamente cómodo en el universo del perdedor al que tanto ha cantado Joaquín. El cierre final de la canción nos lo sitúa barruntando que esos diez de los grandes que le habían prometido, más el escarmiento de no haber ganado nunca el premio de la lotería que esconden las faldas; eran suficiente justificación para la decisión que había tomado. Ahora ya solamente nos queda dar paso al plano final, un fundido a negro, una cámara que se aleja del patio de la prisión donde este villano volverá a cumplir condena, y finalmente, un brindis en memoria de la rubia platino con esa copa cuyos hielos sublimó a golpe de cadera.