16 agosto 2009

Este adiós...


Normalmente a los cantantes se les reconoce por sus canciones más famosas, esas que cuando coincides con alguien al que también le gusta te empieza a cantar o que incluso a alguien que no le guste demasiado es capaz de reconocer. Claramente esto ocurre con varias de las canciones de Sabina, pero como ya he dicho esto es algo normal; lo especial es que también se reconozcan sonetos o versos como si del mismo Bécquer se tratara. Pues bien, esto ocurre con Joaquín.

Es el caso de los sonetos que recitó en su gira Sabina y Cia que siempre precedían a la canción Nos sobran los motivos. Se trata de unos versos con una gran fuerza que transmiten una sensación tan especial, tan dura y tan definitiva como la de una ruptura sin marcha atrás, sin solución de continuidad.

"Este adiós no maquilla un hasta luego.
Este nunca no esconde un ojalá.
Estas cenizas no juegan con fuego.
Este ciego no mira para atrás."

El comienzo es brutal, despeja cualquier atisbo de duda. Es un adiós definitivo, en el que no se deja ninguna puerta abierta a una posible reconciliación. La esperanza queda tapiada para siempre, no se permiten los ojalás. El fuego que antaño era fruto de la pasión quedó reducido a cenizas, y al contrario de lo que sucede en algunas ocasiones no se va a reavivar jamás. Cansado de tanto quemarse ha decidido poner las cenizas a buen recaudo para evitar volver a caer en la tentación. El mismo ciego que antaño se afanaba por jugar al amor, cansado de hacerse daño y darse de bruces ha decidido no volver la vista atrás, apretar los dientes y comenzar a avanzar.

"Este notario firma lo que escribo.
Esta letra no la protestaré.
Ahórrate el acuse de recibo.
Estas vísperas son las de después."

En muchas rupturas, más o menos dolorosas, la última figura que aparece al fondo y al que casi nadie quiere ver es al notario de turno. Esa figura fría, imparcial, implacable, ejecutora que determina como se reparten los últimos escombros de la demolición sentimental. Pues bien, estando más o menos de acuerdo ha decidido no protestar esa última decisión en común. El hastío acumulado no permite apilar otra discusión más, necesita respirar, olvidar, vivir...

"A este ruido, tan huérfano de padre
no voy a permitirle que taladre
un corazón podrido de latir."

Las discusiones siempre empiezan con palabras que van subiendo de tono y bajando de sentido para finalmente terminar con ruido. Un ruido huérfano de padre, ya que nadie quiere atribuirse su paternidad, siempre es propiedad del otro y sufrimiento propio. Por eso mismo, llegado a este punto no se le puede permitir seguir taladrándote la vida impunemente, cuando tu corazón empieza a pudrirse únicamente de latir; necesitando de un esfuerzo grande para poder seguir funcionando lo mejor es una transfusión de sangre fresca, de savia nueva.

Desgraciadamente esto no ocurre siempre, y muchas veces nos empeñamos en colocarle tiritas que se caerán en la siguiente afrenta y que encima impedirán que el aire de la esperanza pueda curar las viejas heridas. De siempre se ha dicho que una retirada a tiempo es una victoria, e intentar estirar una goma que está muy gastada corre el peligro de reventarse en tu cara.

"Este pez ya no muere por tu boca.
Este loco se va con otra loca.
Estos ojos no lloran más por ti".

Pero bueno, no todo van a ser nubarrones, al final siempre acaba saliendo el sol. Después de la tormenta siempre llega la calma, y es por eso que cuando los ojos, cansados de tanto llorar han secado sus lagrimales y comenzar a divisar al fondo una luz blanca. Porque siempre habrá un compañero de locuras, en el lugar donde menos te lo esperes, de la forma menos predecible, con el que conectarás muy pronto sin saber muy bien por qué...y con un poco de suerte no tendrás que llegar al punto de decirle "para decir condiós a los dos nos sobran los motivos".

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