27 mayo 2018

Milonga del moro judío

Es bastante frecuente que nos refiramos a Sabina como "maestro", pero no todos los que lo hacemos podemos considerarnos alumnos suyos, al menos no presenciales. Los que si tienen el privilegio y el talento de ser alumnos presenciales acaban sacando un gran rédito a las clases magistrales de Joaquín. Tal es el caso de Jorge Drexler, al que una sola clase particular con Sabina en varios bares de Montevideo, tras telonearle en un concierto, le hizo más mella que una licenciatura en Medicina. 

La valía de un maestro no se ciñe exclusivamente a sus dotes para transmitir conocimiento, sino también a su capacidad para detectar precoz talento a su alrededor. Una vez detectado, el siguiente paso es ser capaz de colocar a su mirlo blanco en el camino correcto donde poder explotar sus cualidades. Así ocurrió con Jorge esa noche en Montevideo, donde le conminó a cambiar el auscultador por la guitarra definitivamente. Esto ocurrió a mediados de los 90, probablemente la década más prolífica en la carrera de Sabina, en la que también apadrinó a un tal Andrés Calamaro y sus Rodríguez. 

Todo buen maestro que se precie, antes que fraile ha sido cocinero, y esto ayuda a explicar el origen de la Milonga del Moro Judío que enlaza a Drexler con Sabina. Joaquín actuó como intermediario al proporcionarle el estribillo de la misma, unos versos de Chicho Sánchez Ferlosio, quien a su vez fuera uno de los referentes del flaco. Sabina le dictó los versos a Jorge una noche en Madrid, y le desafió a escribir las estrofas de la canción en "décimas". Aquí lo tenemos, el maestro mandando deberes al alumno aventajado. 

Si desconocéis lo que es una "décima", no os preocupéis, Jorge tampoco lo sabía en aquel momento. Recientemente en una charla TED, Drexler contó esta anécdota y explicó lo que son las décimas, así como el trasfondo de esta canción y el por qué de la insistencia por parte de Joaquín en que escribiera la canción. 

El maestro Sabina consiguió que el Doctor Drexler pasara de pasar consulta en un hospital a hacerlo sobre un escenario. De esta manera su lista de pacientes creció de manera exponencial, y de igual manera sus recetas se hicieron más efectivas; ya que muchas veces con una guitarra se es capaz de detectar con más precisión los movimientos del corazón que con un auscultador. 


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