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24 mayo 2021

Zumo de Neón


La calle y la noche son dos términos innegociables en un contrato Sabinero, en ese espacio tiempo se gestaron sus mejores canciones. A los reporteros de guerra los mandan muy cerca de la primera línea de fuego para que sus crónicas tengan ese toque de autenticidad que las diferencie de una mera exposición de los hechos. Joaquín Sabina fue ese correponsal durante muchos años que se recorría las calles hasta que llegasen las horas ambiguas en las que se mezclan borrachos y madrugadores. Por esas calles vió desfilar a la Melancolía y a la Soledad, allí se cruzó con Princesas, Barbies y Marías de Magdala; esas calles fueron la notaría donde validar un pacto entre caballeros. Siempre se dejó iluminar más por la luz de Luna que por los rayos insolentes del Sol, y en sus negras noches, sus noches perdidas y sus 500 noches se cimentaron varias de las historias más grandes jamás cantadas. Como si de un prólogo se tratase, en uno de sus primeros discos nos hizo un ensayo sobre la noche, los bares y sus personajes, tan certero como imperecedero. Pónganse cómodos que les acabo de pedir un Zumo de Neón. 


 De pronto alguna tarde

te pasan calidad y de repente

los bulevares arden,

la piel recibe un telegrama urgente.


Los bares y los rostros

fascinan un instante, luego mueren,

asómate a mis ojos

si aún no has comprendido lo que quieren.


Estamos asistiendo a una canción rodada en plano secuencia, arrancamos una tarde cualquiera en la que la hora de inicio te la puedes marcar tú, pero la hora final está en el aire. En los primeros versos de la canción ya hemos recibido un par de estímulos, cada cuál que elija su propio sabor. La metáfora de un telegrama urgente llegando a tu piel es tan descriptivo como versátil. Cada uno tiene sus receptores y sus niveles de activación, pero la sensación es la misma, algo o alguien que te saca del ralentí. Ahora es el momento de introducir el tercer término básico del contrato, los bares, como unidades de destino de los viajes sin rumbo. Y esta propiedad conmutativa de calles, noches y bares, no ha variado apenas en 30 años. Incluso cuando el mundo se puso patas arriba, esta fórmula aguantó estoicamente, a pesar de que al Zumo de Neón le quitasen varias vitaminas. 


Los cuerpos que me clavan

sus codos y su prisa son de hielo,

la noche se derrama

sin dejarme chupar su caramelo.


Acabo vomitando

en los lavabos de un antro moderno;

un grupo está tocando

rock and roll a las puertas del infierno.


En el siguiente plano ya estamos en el centro de la pista, esa jungla en la que a veces es complicado abrirse paso, sobre todo en aquella normalidad donde los codos se usan para marcar el territorio y no para saludar a la gente. Cuando las noches se alargan, las posibilidades de que se derramen crecen. Y esa metáfora es otra genialidad del flaco, porque ese verbo es adaptable a muchos sujetos, se pueden derramar copas, personas, planes... Sin embargo en este relato, vemos el derrame en primera persona y damos con nuestros huesos en los baños. Otro lugar en el que se podrían reescribir los cuentos de las mil y una noches. Los baños son como el purgatorio del local y de la noche; ahí muchas veces se decide si la noche acaba en redención o en condena, y si la condena será dulce o amarga.    


El club del desengaño

de madrugada está superpoblado,

la sombra de un extraño

planeta sobrevuela los tejados.


El grueso de la tropa

se afeita para ir a la oficina,

los jefes van de coca,

los curritos de tinto y aspirinas.


Como si de una ópera se tratase, nos adentramos en su tercer acto. Aquí ya estamos rozando el límite de la noche y el día, y nuevamente Sabina simplemente necesita dos versos mayúsculos para indicarnos esa transición; la sombra del planeta sobre los tejados. Justo cuando el Sol empieza su jornada laboral, los primeros testigos son los tejados, porque sobre ellos se proyectan las primeras tímidas sombras, fruto de esa luz que todavía está al ras del horizonte. Pero a su vez hay otro lugar en el que se puede seguir alargando la nocturnidad, ese club del desengaño que podría ser el nombre honesto para los after hours. Y por último, en los versos que cierran la historia hay una reflexión muy acertada sobre como la noche une a los diferentes estratos de la sociedad pero sin dejar de diferenciarse. Los jefes van al reservado y los curritos hacen cola para entrar. Pero todos ahuyentan la depresión de la misma manera, y cuando dan las luces, todos vuelven a sus vidas serias hasta el próximo brindis con zumo de neón. 


Mar donde flotan

piruetas de bufón,

toreros de salón,

amor de garrafón,

dame, dame música idiota

y zumo de neón

contra la depresión,

todos se miran

na-na-nadie se toca.


El estribillo de la canción debería estar cincelado en el suelo de todas las discotecas, pocas veces se ha definido mejor el contexto de esos lugares. Un barrido 360 en el que retrata al tipo de gente que se concentra allí y sus andares. Esas piruetas de bufón valen tanto para el que lleva el ritmo en la sangre como para el que baila de manera ortopédica. La metáfora taurina de los toreros de salón también está muy bien traída, porque eso no deja de ser una mezcla de coso taurino con circo romano. Allí se alternan muletazos con capotazos cuando alguien necesita ayuda o cobertura. Están los que salen a recibir al toro y los que huyen corriendo tras la barrera. Los que salen a hombros y los que acaban revolcados en la arena. También hay un hueco para la crítica de que nadie se toque al bailar, esto al igual que la moda es algo cíclico. Probablemente de los 80 a los 90 con la llegada de la música dance se produjo ese cambio brusco. El siglo XXI le enchufó la electricidad a los ritmos latinos y se cambiaron las tornas de nuevo. El año 2020 desterró el acercamiento social por completo, pero eso es otro tema. 

Luego está la referencia a la música idiota, otro concepto que no desfallece. Esa música que nadie reconoce escuchar en su casa, pero que a todo el mundo le hace un click en el cerebro cuando se encuentra en ese lugar. Y por último, ese líquido elemento que da título al tema, el "zumo de neón" contra la depresión. Y es que muchas veces la mejor terapia es dejar a tu mente navegar a la deriva de este mar, nunca sabes en qué islote te puedes refugiar o a qué naúfrago puedes rescatar. 



11 diciembre 2018

¿Quién es Caín, quién es Abel?

Hace más de tres décadas que Luis Eduardo Aute se subía al escenario para acompañar a Joaquín Sabina en su primer y memorable disco en directo, el Sabina y Viceversa que se grabó en el teatro Salamanca de Madrid. Sacó un papel del bolsillo, y guitarra en mano cantó aquel "Pongamos que hablo de Joaquín" (que le da título a este blog) retratando a la perfección al joven aprendiz de pintor que acabaría siendo "El Maestro". 

Ayer, varias décadas después era Joaquín el que se subía nuevamente al escenario. No a un escenario cualquiera, al Wizink Center, lugar donde lo vimos por última vez en un accidentado concierto. No estuvo sólo, fue una reunión familiar que juntó a numerosos artistas que rindieron un sentido homenaje a Aute. Desde Andrés Suárez, Marwan o Rozalén hasta Serrat, Ana Belén o Silvio Rodríguez. 

Sabina le devolvió el regalo, y bajo la misma melodía del "Pongamos que hablo de Joaquín" le puso letra a "¿Quién es Caín, quién es Abel?"; para retratar a su amigo Luis Leonardo, perdón, Luis Eduardo Aute. Esa fue la canción que cantó ayer en Madrid, esa melodía actuó como un hilo invisible que conectaba a los jóvenes Aute y Sabina del teatro Salamanca en los 80, con las leyendas vivas que soy hoy en día. 

26 mayo 2009

¡Eh Sabina!

Todo artista que se precie cuenta con una obra autobiográfica dentro de su producción, y Joaquín no iba a ser menos. Es de sobra conocida su mala vida, o su "mala salud de hierro" como él acostumbra a decir. Pues bien, en esta canción pone sobre la mesa varios de sus vicios.

Lo hace de una manera muy cómica y muy marchosa, muy viceversa como me gusta a mi decir. Uno de los aspectos más famosos de Sabina, son sus malos vicios, de hecho mucha gente dice "con lo mal que se cuida, o con lo mal que dice cuidarse en sus canciones...". En Eh Sabina los va exponiendo uno a uno...el Paternina, la Nicotina, la Josefina... .

A sus cincuenta y diez ya no es como antes, ahora se cuida bastante más, o por lo menos lo parece; de hecho tras el marichalazo cambio varios de sus hábitos. Recuerdo una frase que dijo "ahora la nariz, sólo la utilizo para respirar". La verdad es que tiene mérito, ha sabido vivir entre la droga y el alcohol sin convertirse ni en drogadicto ni en alcohólico. Yo creo que hasta ha sabido aprovecharse de ellas para darles muchos matices a sus canciones.

Otros muchos artistas también han coqueteado con la droga, y han sucumbido ante ella, Joaquín, afortunadamente ha sido capaz de bailar un vals con ellas, aunque fuera sobre el filo de una navaja en ciertas ocasiones.

Esta canción además de autobiográfica, tenía algo de profética, ya que recordemos, se editó en los 80. De hecho hay un verso que, para mi, es determinante...además es el comienzo de la canción. Cualquiera que conozca a Sabina sabe de su voz quebrada con el paso de los años y los cigarros.

"Como fumo demasiado,
mi voz se empieza a quebrar.
Sueno tan desafinado,
si, do, re, mi, fa, sol, la."

Uno de los pseudónimos con los que se le reconoce, sobre todo en latinoamérica es, "el flaco"...

"Como salgo demasiado
con chicas a vacilar,
me he quedado tan delgado
como un papel de fumar".

Y como en muchas ocasiones ha hecho, Sabina ha pasado de todos los comentarios de la gente, y ha seguido viviendo su vida.

"Gozando las noches paso
sin hacerles caso a
los que me dicen "eh,Sabina"
ten cuidado con la nicotina
eh, eh, eh Sabina
ten cuidado con el Paternina
eh,eh,eh,Sabina
ten cuidado con la Josefina.
Naranjas de la China, no
dame sexo y rock and roll."


Para finalizar, como de costumbre adjunto el vídeo de la canción. Sin embargo, este caso es distinto, ya que el video lo he editado yo con distintas imágenes del "flaco".

Kaltura

09 abril 2009

Canciones autobiográficas


Joaquín a menudo relata en sus canciones multitud de situaciones que le han ocurrido a lo largo de su ajetreada vida. Esta canción es una de las primeras que compuso, de las primeras siendo famoso quiero decir. En ella se refleja todo lo que pasó desde que tuvo que exiliarse en tiempos de Franco, su vida en Londres, tocando en el metro, viviendo de squatter...etc.

La verdad es que el exilio es una situación que han tenido que vivir muchos artistas, y yo creo que pese a lo duro de la situación, siempre les resulta beneficioso. Con ella adquieren un punto melancólico y bohemio que se ve reflejado posteriormente en todas sus obras, y en el caso de Joaquín no iba a ser menos. Es especialmente conmovedora la introducción que hizo para esta canción en sus archiconocido concierto para TVE "Sabina y Viceversa", decía algo así como...


"Vamos a contaros una historia de cuando yo era más joven,
y los trenes eran animales mitológicos, que simbolizaban
la huída, la fuga, la vida, la libertad".



Lo cierto es que la canción cuenta un estilo de vida, que personalmente me encantaría haber podido experimentar. Una vida desenfadada, sin más preocupación que lo inmediato y lo básico como comer por ejemplo. Un estilo de vida que sólo he visto en las películas, una vida bohemia sí. Pero sin necesidad de vivir alejado del mundo, una forma feliz de vivir con lo puesto. Os muestro los versos más representativos de ese estilo de vida, o por lo menos los que más me llaman la atención.


"Cuando era más joven, cambiaba de nombre en cada aduana,
cambiaba de casa, cambiaba de oficio, cambiaba de amor,
mañana era nunca y nunca llegaba pasado mañana.
Cuando era más joven buscaba el placer engañando al dolor.
Dormía de un tirón cada vez que encontraba una cama,
había días que tocaba comer, había noches que no,
fumaba de gorra y sacaba la lengua a las damas
que andaban del brazo de un tipo que nunca era yo."

"CUANDO ERA MÁS JOVEN, LA VIDA ERA DURA DISTINTA Y FELIZ"