Ayer nos dejó María Dolores Pradera, una de las mayores exponentes de la canción popular en español. Tanto que incluso algunos se han referido a ella como "La flor de la Canela"; un valsecito peruano de Chabuca Granda que se considera como el himno oficioso del país andino. Una canción que cantó junto a Joaquín Sabina y que dió como resultado un bonito contraste entre la voz de seda de María Dolores y la voz aguardentosa de Joaquín. Probablemente más de una vez Sabina haya cambiado los versos de "déjame que te cuente Limeña, por déjame que te cuente Jimena".
Los dos unidos por su amor eterno a la música latinoamericana, y consiguiendo que gente de generaciones muy posteriores, se haya empapado de grandes canciones de José Alfredo Jiménez, Chavela Vargas o Violeta Parra. La discografía de María Dolores Pradera es la mejor cumbre hispano-americana que se puede hacer. No encontrarán mejores discursos que en esas letras, y nadie transmitirá un mensaje mejor que la voz de María Dolores.
Además de la canción de Chabuca, Sabina y Pradera nos volvieron a regalar un dueto con otro vals, "Jugar por jugar"; el vals de los recuerdos, el que se debe bailar llorando de alegría. En esa canción se alentaba a dar serenatas en los cementerios muriéndose de risa. Me quedo con esos dos conceptos para despedir a la "Gran Dama" que era capaz de bailar sobre el escenario mejor que nadie con el simple movimiento de sus manos.
Aunque la dirección musical de Sabina ha sido desde hace mucho tiempo el número 7 de la Calle Melancolía, y a pesar de que el tranvía con destino al Barrio de la Alegría siempre se le escapase; de vez en cuando hace incursiones por aquella barriada. Cualquier trayecto o espera, siempre se hace más llevadera cuando hay un juego de por medio. El mayor exponente de esa filosofía es Roberto Benigni, cuando nos convenció de que la vida es bella.
"Sugiero que el más triste de los presos Tenga derecho a sábanas de seda; Bendita sea la boca que da besos Y no traga monedas"
El vals suele ser una cita clave en cualquier banquete de bodas, pero ese momento a veces peca de un exceso de solemnidad, incluso suele asustar al típico torpe que rima pisotón con tropezón. Muchos temen no ser capaces de salir a flote en El Danubio Azul y acabar braceando a la espera de un salvavidas. No parece ser el mejor pie para entrar en el resto de sus vidas. Aquí tenemos la alternativa, un vals Sabinero. Un vals de los recuerdos, donde bailar es tan sencillo como dejar que los pies tomen el relevo de la cabeza para soñar, y en el que está permitido llorar pero solamente de alegría.
"Nada de margaritas a los cuerdos, Hay que correr más que la policía Para bailar el vals de los recuerdos Llorando de alegría"
Las prisas por hacerse mayor se pierden a la misma velocidad que la infancia pasa a formar parte de recuerdos con filtros sepias. De ahí que Joaquín nos recomiende tomarnos nuestro tiempo cuando estamos recorriendo esa etapa en patinete, esa es la vuelta de calentamiento donde está permitido derrapar y saltarse alguna curva. El resto del circuito viene con cambios de rasante, radares, multas, y los patinetes tienen que pasar la ITV cada vez con más frecuencia.
"Conviene entrar penúltimo en la meta De la vuelta a la infancia en patinete Y fusilar al rey de los poetas Con balas de juguete"
Aunque tendamos a pesar, medir y calcular todo al milímetro, la vida dista mucho de ser ese libro de cuentas en el que el DEBE y el HABER siempre se equilibran. La realidad es se parece más a esa golondrina sin rumbo fijo y, sobre todo, sin billete de ida y vuelta. El viento puede ayudar o incluso forzar a cambiar el rumbo y la velocidad de crucero, pero nunca te permite volver al pasado.
"La vida no es un bloc cuadriculado Sino una golondrina en movimiento Que no vuelve a los nidos del pasado Porque no quiere el viento"
Por ese camino se recomienda dar más besos, siempre queda la posibilidad de que alguno acabe en una rana con premio. La mejor dieta que se puede hacer es aquella que nos aleje de tragar demasiadas monedas. La única corrupción que se ve con buenos ojos es la que hace al puritanismo languidecer. Siempre que se pueda, dormir a pierna suelta es la mejor terapia, sin olvidar poner alguna alarma que ayude a darle forma a los sueños.
"Se aconseja dormir a pierna suelta Lejos de tentaciones de diseño, Que no pase de largo por tu puerta El hombre de tus sueños"
Estas cosquillas para serios que se reclaman en la canción son el vehículo necesario para restar todos los dramas posibles. Dejar de utilizar las banderas para enfrentar o separar, pasarlas por la máquina de coser y hacer con ellas braguitas. A fin de cuentas, llevar esta filosofía de vida hasta las últimas consecuencias, de tal forma que hasta se consiga cambiar el rictus cuando se recuerden a los que ya llegaron al final del juego.
"¿Por qué no doctorarse en cremalleras? Como haré la hormiguita por tu espalda E hilvanar con jirones de banderas Braguitas rojigualdas
Hacen falta cosquillas para serios, Pensar despacio para andar deprisa, Dar serenatas en los cementerio Muriéndose de risa"